Rousseau a Dewey: Legados Pedagógicos que Aportan a la Pedagogía Actual
"El objetivo de
la educación es la formación de seres capaces de gobernarse a sí mismos, y no
de ser gobernados por otros."
Herbert Spencer
(1820-1903)
En las últimas décadas, las políticas públicas en
Colombia han sido delineadas bajo los principios económicos e ideológicos del
neoliberalismo, gestionadas con criterios de eficiencia, productividad y
competitividad. Este modelo educativo ha priorizado las pruebas estandarizadas
como indicador de éxito, dejando de lado la diversidad de los niños, sus ritmos
de aprendizaje individuales y los contextos específicos en los que se
encuentran inmersas las instituciones educativas. En consecuencia, se ha
consolidado un sistema basado en la evaluación cuantitativa, donde los
resultados no solo determinan el rendimiento del estudiante, sino también el
prestigio institucional y la distribución de recursos.
Frente a esta realidad, las contribuciones de
Jean-Jacques Rousseau y John Dewey continúan siendo fundamentales. Sus
propuestas abogan por una educación basada en la autonomía, la experiencia y el
aprendizaje crítico, principios que contrastan con el enfoque mecanicista y
cuantitativo predominante en la actualidad.
En su obra “Emilio”, Rousseau plantea que la
educación debe centrarse en la experiencia más que en la acumulación de
conocimientos teóricos. Para él, la sociedad corrompe la naturaleza humana, por
lo que es fundamental diseñar un sistema educativo que fomente la independencia
del estudiante. Afirma: "No le des a tu alumno ningún tipo de lección
verbal; él solo debe recibirlas de la experiencia" (citado en
Valenzuela Vila, 2009, p. 3). Esta postura contrasta con el modelo pedagógico
vigente, caracterizado por la sobre explicación, la repetición mecánica y la
falta de espacios para la reflexión crítica y la creatividad.
A pesar de los avances en teoría pedagógica, el
sistema educativo sigue arraigado en la estandarización, sin reconocer la
diversidad de habilidades y ritmos de aprendizaje. Dewey (1977) defiende una
educación como fenómeno social y democrático, en el cual el aprendizaje ocurre
a través de la interacción con el entorno y la resolución de problemas reales.
En este sentido, sostiene que "la educación es, pues, un proceso de
vida y no una preparación para la vida ulterior" (Dewey, 1977, p. 3).
Esta perspectiva es relevante hoy en día, cuando el sistema educativo se centra
excesivamente en la capacitación para el mercado laboral, dejando en segundo
plano el desarrollo integral del individuo como ciudadano crítico y activo en
la sociedad.
En la era de la tecnología , la educación debe
trascender la formación técnica para promover habilidades como el pensamiento
crítico, la creatividad y la adaptabilidad. Es crucial diseñar escenarios
pedagógicos en los que los estudiantes participen activamente en la
construcción del conocimiento y la transformación de sus realidades. Dewey
resalta que el estudiante debe desempeñar un papel activo en su aprendizaje y
enfatiza que "el maestro no está en la escuela para imponer ciertas
ideas o para formar hábitos en el niño. Está allí como miembro de la comunidad;
debe seleccionar las influencias que afectarán al niño y ayudarlo a responder a
ellas" (Dewey, 1977, p. 4).
En la mayoría de los sistemas educativos contemporáneos, la
enseñanza mantiene un enfoque tradicional y unidireccional, donde el docente es
el único que trasmite el conocimiento y el estudiante es quien lo recibe de
una manera pasiva. Esta dinámica restringe el
desarrollo de la curiosidad, la creatividad y la capacidad de cuestionamiento,
elementos esenciales para un aprendizaje significativo.
En contraste con esta realidad, tanto Rousseau como Dewey
sostienen que la educación debe fomentar la autonomía y el pensamiento crítico
del estudiante. Rousseau destaca la importancia de la libertad y la experiencia
como pilares del aprendizaje, mientras que Dewey concibe la educación como un
proceso esencial para la formación de ciudadanos democráticos, capaces de
interactuar y transformar su realidad. Sin embargo, a pesar de estas
perspectivas pedagógicas, el modelo educativo actual continúa priorizando la
eficiencia y la cuantificación de resultados sobre el desarrollo integral del
estudiante, lo que limita su capacidad para reflexionar y participar
activamente en su entorno.
Las propuestas de Rousseau y Dewey siguen siendo fundamentales en el debate sobre la educación contemporánea. La falta de experimentación, autonomía y participación es una problemática persistente en las instituciones educativas. La educación no debe limitarse a preparar a los estudiantes para el mercado laboral; debe ser una herramienta poderosa para formar ciudadanos críticos, conscientes de su realidad y capaces de transformar su entorno. Como expresa Dewey (1977): "La escuela debe representar la vida actual, una vida que es tan real e importante para el niño como la que vive en casa, en el vecindario o en el patio de recreo" (p. 2). Por ello, es imprescindible promover políticas educativas que favorezcan enfoques abiertos, centrados en el estudiante y que integren la experimentación y la reflexión.
Referencias Bibliográficas
Calderón V., E. (2012, abril 14). Rousseau y la educación [Vídeo]. YouTube. Disponible en https ://www .youtube .com /watch ?v =57HBvc9Mh5Q
Dewey, J. (1939). Mi credo Pedagógico. Buenos Aires, Losada. Disponible en: https://www.fceia.unr.edu.ar/geii/maestria/TEMPORETTI/Dewey_Mi_credo_Pedagogico.pdf
Larrauri, M. (2016, octubre 16). La educación según John Dewey [Vídeo]. YouTube. Disponible en https ://www .youtube .com /watch ?v =EE84Z5rAnrA Madrid. Disponible en: https://www.biblioteca.org.ar/libros/151557.pdf
Valenzuela, M. (2009). La educación en el Emilio de Rousseau: infancia, adolescencia y mujer. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.
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